La cirugía del iris: avances y aplicaciones
24/12/2024
10/05/2021
Los seres humanos solo somos “uno más” en el hábitat. Las mejoras de higiene que la civilización ha conseguido evitan enfermedades, pero no acaban con el peligro por completo. Un ejemplo es la toxoplasmosis. Nos “suena” porque protegemos mucho a las embarazadas de ella y, sin embargo, no sabemos mucho más.
Es una enfermedad causada por un protozoo (Toxoplasma gondii) que se distribuye en el ambiente globalmente: hay más de 6 mil millones de personas infectadas. El ciclo vital del protozoo se desarrolla en el tubo digestivo de los gatos, que nos infectan al contaminar agua y alimentos con las heces. Nos contagiamos con carnes poco cocinadas, con frutas y verduras mal lavadas.
Durante la infección aguda, la mayoría de pacientes permanecen asintomáticos; pero un pequeño porcentaje presentará síntomas similares a la mononucleosis: ganglio cervical, mialgia, odinofagia, fiebre, erupción… síntomas leves que desaparecen, pero el germen queda acantonado en el cuerpo (infección latente). Y así seguirá toda la vida, casi siempre.
Las formas más serias de la enfermedad, que describimos a continuación, son la forma congénita, y las reactivaciones
►Toxoplasmosis congénita: en recién nacidos de madres infectadas, que presentan la forma ocular y/o neurológica de la enfermedad. Las consecuencias pueden ser ceguera, hidrocefalia, retraso psicomotor, epilepsia.
►Encefalitis toxoplásmica: en la enfermedad congénita, y en reactivación en pacientes inmunodeprimidos (SIDA y otros).
►Toxoplasmosis ocular o retinocoroiditis: son lesiones retinianas localizadas, pequeñas, blancas. Al reactivarse la enfermedad se acompaña de intensa vitritis. Las lesiones activas suelen relacionarse con cicatrices antiguas. La retinocoroiditis se trata con antibióticos y antiinflamatorios (corticoides) de forma oral y prolongada (de 2 a 4 meses). Las lesiones pueden provocar una grave secuela visual si afecta al área de máxima visión (área macular): esto ocurre más frecuentemente en la toxoplasmosis congénita, pero puede pasar en la enfermedad adquirida en adultos. El riesgo de que la inflamación reaparezca (recurrencia) es mayor tras los 40 años, y en los 5 años post-inflamación.
• La prevención es fundamental en el cuidado de la salud; la higiene de alimentos y de manos es un pilar fundamental en el control de las enfermedades infecciosas, y nunca debemos cansarnos de explicarlo.
Doctor Ramón Rey, medicina interna