La cirugía del iris: avances y aplicaciones
24/12/2024
16/05/2023
De la mano del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) nuestro proyecto “Tinguem vista” pone el foco este año en la importancia de mejorar la situación de los bosques mediterráneos y proteger el medio ambiente. Desde hace unos meses nos encontramos en un estado de sequía prolongada que nos ha obligado a aplicar restricciones en el uso del agua y una pregunta ha empezado a flotar en el aire: ¿Qué efectos puede tener la sequía persistente en nuestros bosques?
El CREAF intenta darnos respuesta a esta pregunta, aunque creen que pronosticar los efectos que esta situación puede conllevar en el futuro no es fácil, ya que los expertos forestales advierten que la situación actual nos puede llevar a un escenario hasta ahora desconocido.
La importancia del agua en los suelos forestales mediterráneos
A pesar de que los bosques forestales mediterráneos están acostumbrados a una carencia de agua, los árboles necesitan de una cantidad mínima para seguir viviendo. El suelo forestal mediterráneo funciona como una gran esponja que acumula el agua de lluvia durante los meses más húmedos, correspondientes al otoño y a la primavera. El suelo retiene esta agua para que la vegetación la pueda usar meses más tarde, cuando las precipitaciones son menos abundantes. Los expertos calculan que los bosques recogen un 80% de la lluvia y que tan sólo el 20% restante va hacia los ríos y acuíferos.
¿Qué pasa cuando no llueve?
La falta de precipitaciones durante el 2023 ha provocado que los suelos forestales estén muy vacíos de agua. Hace falta que llueva mucho más para que los poros del suelo vuelvan a llenarse y, así, lograr tener una reserva suficiente donde los árboles puedan extraer el agua cuando la necesiten.
Durante los meses de primavera los árboles requieren de una gran cantidad de agua para que los árboles caducifolios vuelvan a sacar sus hojas y que los perennifolios hagan una nueva crecida. Si durante esta temporada no llueve, esta situación se verá aún más alterada, ya que durante el verano las altas temperaturas hacen que se evapore más agua y, en consecuencia, los árboles transpiren más, absorbiendo una mayor cantidad de agua. Si no hubiera suficiente agua disponible en el suelo, los árboles acabarán sufriendo embolias que obstruyen sus conductos internos de transporte y, a la larga, hacen que se sequen y mueran.
Llegado el verano, si no se ha revertido esta situación y las reservas de agua del suelo están vacías, se producirá un escenario difícil de afrontar. La ciencia ha estudiado situaciones previas y sabemos que la carencia de agua puede llevar a la quiebra del sistema de transporte. Esto se puede dar si debido a la gran demanda de agua en momentos de calor las raíces necesitan más agua de la que hay en el suelo y el aire acaba entrando en los conductos, obturándolos y provocando embolias, como en las personas. También sabemos que este escenario es más vulnerable a otras amenazas, como las plagas y los incendios forestales.