La cirugía del iris: avances y aplicaciones
24/12/2024
15/03/2016
¿La medicina siempre ha sido una vocación, o tenías otras profesiones en mente?
Desde muy pequeña tuve claro que quería ser médico. Lo cierto es que nunca se me pasó por la mente ninguna otra profesión. Siendo mi padre oftalmólogo, la medicina siempre ha estado muy presente en el ambiente familiar, y eso en cierto modo, debió hacer mella en mi elección.
¿Cómo llegaste al Centro de Oftalmología Barraquer? ¿Siempre ha sido tu primera opción donde hacer la residencia?
Mi padre también se formó en Barraquer y siempre me ha transmitido su orgullo y admiración por la institución. Tras tomar la decisión de dedicarme a la Oftalmología acudía con frecuencia a visitarle y a ver sus cirugías a través del anfiteatro.
El Centro Barraquer ha sido y sigue siendo referente mundial en su especialidad y el Profesor Joaquín Barraquer es una autoridad en la historia de la oftalmología. Poder formarse bajo su tutela es un privilegio y siempre fue una ilusión que finalmente pude llevar a cabo.
¿Qué características hacen que el Centro de Oftalmología sea como es hoy en día?
Desde su fundación el Centro ha estado en la vanguardia de la Oftalmología. Representa cuatro generaciones de trabajo innovador, que ha revolucionado la forma en que muchas patologías son diagnosticadas y tratadas.
Cuenta con una coordinada jerarquización de manera que cada uno de los integrantes del equipo está subespecialidado en diferentes áreas, garantizando así una asistencia integral e individualizada.
Esta tradición de excelencia ha sido decisiva para dar al Centro reconocimiento mundial como una institución sobresaliente en docencia, investigación y cuidado de los pacientes.
El equilibrio entre el rigor científico y el alto grado de humanidad y dedicación a los pacientes confiere al Centro un estilo único e intransferible.
¿Por qué te decantaste hacia el estrabismo como una subespecialización? ¿Algún factor de interés en particular?
Tanto mi elección por la Oftalmología como mi posterior decisión de subespecializarme en estrabismo son pasos que tuve siempre claros en mi carrera.
Es una especialidad que siempre me ha resultado interesante, pues es muy completa; consta de dos vertientes diferenciadas, por un lado la oftalmología pediátrica y el estrabismo infantil, y por otro el estrabismo del adulto, de manera que permite abarcar un amplio abanico de patologías.
Como práctica diaria, visitar niños no es comparable a nada. La consulta pediátrica es francamente gratificante y fue uno de los puntos decisivos en mi elección. Además, el estrabismo es una subespecialidad quirúrgica.
Con las técnicas actuales podemos garantizar que el niño desarrolle adecuadamente su visión, evitar la visión doble que sufren algunos pacientes y mejorar el aspecto estético. En este sentido, la cirugía da muy buenos resultados y es muy estimulante.
¿Hay algún momento que has considerado de máxima plenitud o satisfacción en tu trabajo como médico?
En mi caso, dedicándome sobre todo al paciente infantil, cuyo sistema visual está en pleno desarrollo, el hecho de poder evitar la ruina visual de un ojo es uno de los aspectos más enriquecedores. Recuerdo el primer paciente que traté con gafas y parches cuando inicié mi subespecialización.
En unos meses pasó de “visión de bultos” a tener una buena agudeza visual. La cara de alegría del niño y la satisfacción de los padres es algo que difícilmente se olvida
Cuando fuiste a participar como medico voluntario en África con la Fundación Barraquer, ¿cómo te esperabas que iba a ser la experiencia?
Había visto fotos de anteriores expediciones, y compañeros que habían participado me habían hablado de su experiencia. De modo que estaba emocionada al tener la oportunidad de poner por fin mis pies, ojos y manos allí.
Afrontaba la nueva aventura con mucha ilusión y a la vez con respeto, pues sabía que me esperaban días de intenso trabajo en unas condiciones no tan óptimas como a las que estaba acostumbrada.
¿Y al final cómo fue, comparado con lo que te esperabas encontrar?
Me impactó mucho la dureza de lo que vi. El trabajo fue muy intenso, pero la recompensa fue aún mayor, superando cualquier expectativa previa que hubiera podido tener.
Ver en primera persona cómo les cambia la vida a esos pacientes tras la cirugía de cataratas y su cara de alegría al recuperar la visión, te aporta tal grado de satisfacción que es difícil poder transmitirlo.
Es una experiencia que sin duda engancha. He tenido la suerte de colaborar ya en 5 expediciones con la Dra. Elena Barraquer y siempre llego agotada pero feliz por la sensación de trabajo bien hecho y por haber contribuido de alguna manera a mejorar la calidad de vida de esas personas que tanto lo necesitan.