El test de osmolaridad: ¿En qué consiste?
22/11/2024
07/06/2024
El uso de la visión cercana e intermedia, como cuando leemos o tenemos una pantalla delante, supone un ejercicio de acomodación del ojo en el que el cristalino debe cambiar de forma, generando una continua contracción de la musculatura ocular. Este ejercicio mantenido durante horas sin descanso puede generar un sobreesfuerzo que aumenta el riesgo de fatiga visual, especialmente en pacientes pediátricos.
Las actividades con dispositivos como el ordenador, la tableta, el smartphone, la televisión o la videoconsola, disminuyen la frecuencia de parpadeo. Este hecho puede provocar visión borrosa transitoria dado que el párpado es el encargado de distribuir de forma homogénea por toda la superficie ocular la lágrima natural de nuestro ojo, que es la principal potencia refractiva que tenemos.
Otra consecuencia de la disminución del parpadeo son las molestias relacionadas con la sequedad ocular. Si no parpadeamos lo suficiente, parte de la lágrima natural que debería lubricar y oxigenar nuestro ojo se evapora. Esto es especialmente importante en niños y adolescentes que por cambios hormonales pueden padecer alteraciones en las glándulas de Meibomio, las encargadas de fabricar una de las tres capas de la lágrima.
Está demostrado que el trabajo de cerca prolongado, junto con la ausencia de luz natural, pueden provocar en muchos casos un incremento de la miopía y potenciar otras afecciones oculares muy frecuentes durante la adolescencia y la niñez.
El aprendizaje visual comienza en el nacimiento y se desarrolla hasta los 8 años, por lo que es de vital importancia detectar cualquier afección ocular durante esta etapa y, así, poderla corregir. Con la doctora Idoia Rodríguez Maiztegui hablamos sobre la importancia de garantizar a los más pequeños una buena salud ocular y resolvemos las principales dudas que puedan surgir al respecto.