Tratamientos con membrana de fibrina
26/11/2020
El blefaroespasmo es el cierre involuntario de los párpados. Sucede por contracciones involuntarias del músculo orbicular (el músculo encargado de cerrar los párpados). Es una de las distonías (movimientos anormales) que afectan a cabeza y cuello más frecuentes.
El blefaroespasmo esencial o primario es bilateral y puede estar acompañado de movimientos involuntarios de cuello, cabeza o boca, que solo desaparecen mientras el paciente está durmiendo. Suele ser un proceso que avanza de forma gradual, aumentando lentamente de intensidad y frecuencia.
Los síntomas principales del blefaroespasmo son un parpadeo incontrolable en el inicio, el cierre involuntario de los ojos e incluso la disminución de visión en casos graves por la incapacidad de abrir los ojos, sensibilidad a la luz (fotofobia) y sequedad ocular. Empiezan con la presencia de los síntomas eventualmente, pero la patología avanza de forma gradual tanto en frecuencia como en intensidad.
Los pacientes pueden presentar dificultades para realizar actividades cotidianas de la vida diaria ya que los síntomas aparecen de forma repentina y en cualquier momento.
Las causas del blefaroespasmo pueden ser secundarias a alteraciones en el sistema nervioso central, a la falta de lubricación de la superficie ocular, lo que aumenta la frecuencia del parpadeo para intentar repartir la lágrima, efectos secundarios a ciertos medicamentos y pacientes con espasmo hemifacial.
Existen tres tipos:
El blefaroespasmo no se puede prevenir pero es importante detectarlo de forma temprana. En muchos casos, el blefaroespasmo se asocia a un problema ocular, cuando en realidad se trata de un problema neurológico.
El tratamiento consiste en la protección ocular con gafas con filtros específicos, gotas lubricantes y aplicación de toxina botulínica (sustancia inyectada en los músculos afectados para relajarlos temporalmente, evitando que se contraigan). El efecto de las inyecciones es temporal y típicamente dura unos meses, por lo que es necesario repetir el tratamiento para mantener el efecto.
Aunque su eficacia es muy alta, en los casos más agresivos se puede recurrir a una cirugía en la que se extrae una parte del músculo orbicular y musculatura depresora, evitando que siga cerrándose de forma involuntaria. Tras la cirugía, en ocasiones es necesario realizar de nuevo infiltraciones de toxina botulínica.