Uso ilícito y manipulación de la imagen de la doctora Elena Barraquer
23/12/2024
26/07/2022
La obstrucción del conducto lagrimal congénita es la patología de la vía lagrimal más frecuente en niños. En este artículo queremos explicaros de forma breve cuáles son los síntomas, diagnóstico y tratamientos posibles.
La glándula lagrimal se encarga de fabricar la lágrima, que limpia el ojo y lo hidrata. Esta lágrima tras limpiar y lubricar, drena a la nariz a través de la vía lagrimal.
Al nacer, algunos bebés tienen una persistencia de una membrana al final del conducto lagrimal (a nivel de la válvula de Hasner), provocando así una obstrucción mecánica de la vía. Esta es una de las causas más frecuentes de obstrucción de la vía lagrimal congénita (OVLC). Dicha obstrucción puede ser unilateral o bilateral.
Los síntomas habituales son el lagrimeo, que suele llamar la atención porque es visible incluso cuando el bebé está tranquilo, y puede empeorar con el frío y el viento. Se pueden observar en ocasiones costras secas en las pestañas, secreciones, conjuntivitis de repetición… y a veces también se observa eccema en el párpado (el propio lagrimeo tan frecuente irrita la piel y ellos mismos se frotan). Estos síntomas aparecen desde el nacimiento o en los siguientes días/semanas.
Si sospechamos que nuestro bebé puede tener una OCVL, se puede realizar una consulta con el pediatra y/o oftalmólogo para descartar otras causas de lagrimeo (no tan comunes). Es importante para el diagnóstico que el facultativo haga una buena anamnesis (preguntar los síntomas, desde cuando ocurren, etc.) pues orientarán mucho sobre la causa del lagrimeo. Se explora al bebé/niño, y a veces se realiza el test de aclaramiento que es una prueba indolora para el paciente: colocar una gota amarilla y observar cómo el ojo limpia el colorante.
Tratamiento
Generalmente la OCVL se corrige por sí sola los primeros meses de vida, sobre todo durante los seis primeros. A pesar de ello, aconsejamos a las familias que, durante el primer año, ayuden a este lagrimal a abrirse realizando un masaje (masaje de Crigler). Es algo realmente sencillo e indoloro; se realiza deslizando el dedo hacia abajo, a nivel del lagrimal haciendo presión de manera que se intenta “romper” la membrana (al aumentar la presión hidrostática). También aconsejamos realizar lavados del ojo con suero fisiológico.
En alguna ocasión, poco frecuente, puede administrarse algún colirio antibiótico.
En la mayoría de pacientes se abre el lagrimal antes del primer año, pero si al año los síntomas persisten, es cuando ya el pediatra lo derivará al oftalmólogo oculoplástico/pediátrico (si es que aún no lo ha derivado).
Según la edad del paciente y evolución del cuadro, se indicarán diferentes técnicas a realizar en quirófano. Se puede desobstruir mediante un sondaje (usando una especie de alambre fino), o bien un sondaje y una intubación (colocar unos tubitos que posteriormente se retirarán), o bien usar un catéter con un balón, que se hincha y así se dilata y abre el canal.
En muy pocas ocasiones debemos realizar la cirugía de la dacriocistorrinostomía (DCR) láser o externa; la indicaremos en casos en los que hay implicación del saco lagrimal (DCR externa) o porque falle alguno de los métodos mencionados anteriormente (DCR láser).
Dra. Ainhoa Martínez Grau, oftalmóloga del Centro de Oftalmología Barraquer