Queratoconjuntivitis vernal: ¿Qué es y cómo se trata?
31/10/2024
17/05/2024
La hipertensión arterial es una enfermedad que representa una amenaza silenciosa para el cuerpo humano, ya que puede afectar gravemente órganos vitales como el cerebro, el corazón, los riñones y los ojos sin mostrar síntomas evidentes hasta que los daños son clínicamente evidentes.
La retina ofrece una ventana única para observar directamente los efectos de la hipertensión arterial en los vasos sanguíneos, gracias a una técnica simple y no invasiva llamada oftalmoscopia. Esto permite evaluar el daño ocular y equipararlo con el de otros órganos del cuerpo.
La retinopatía hipertensiva engloba una serie de manifestaciones oculares que ocurren en la retina como resultado de la hipertensión arterial. Cuanto mayor sea la presión arterial y su duración, mayor será la probabilidad de daño ocular severo y, por lo tanto, de afectación generalizada del organismo.
Existen factores adicionales que pueden agravar la retinopatía hipertensiva, como la arteriosclerosis, la edad avanzada, la diabetes, los niveles elevados de colesterol y triglicéridos, así como el consumo de tabaco, entre otros.
La gravedad de la retinopatía también dependerá del estado previo de los vasos sanguíneos de la retina y de la rapidez con la que se desarrolla la hipertensión. Podemos distinguir entre dos variantes principales:
Retinopatía hipertensiva crónica:
La mayoría de los pacientes experimentan esta variante, son inicialmente asintomáticos pero desarrollan dificultades visuales a medida que la hipertensión progresa. Se detecta a menudo de manera incidental durante un examen de fondo de ojo, mostrando hallazgos como la reducción del calibre vascular, cruces arteriovenosos patológicos, alteraciones en el reflejo vascular y aneurismas retinianos.
Retinopatía hipertensiva aguda, también conocida como maligna o acelerada:
Esta forma aparece de manera repentina con presiones arteriales muy altas, dolor de cabeza intenso y pérdida visual significativa. Durante el examen clínico, se pueden observar hemorragias retinianas, exudados blandos y duros, edema de papila y edema de mácula.
No se dispone de un tratamiento específico para la retinopatía hipertensiva; sin embargo, es crucial controlar de manera estricta y continua la presión arterial. Aunque en algunos pacientes con un control deficiente pueden quedar daños oculares permanentes y problemas visuales, en general, una reducción de la presión arterial suele traducirse en una mejoría significativa de las lesiones retinianas.
Por lo tanto, se recomienda realizar evaluaciones oftalmoscópicas periódicas en todos los pacientes con hipertensión arterial, adaptadas según la gravedad de la enfermedad, la edad y la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular.
Dra. Sònia Viver, oftalmóloga del Centro de Oftalmología Barraquer