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24/05/2017
Uno de los mayores genios de la ilustración del siglo pasado, M. C. Escher, nacía en junio hace 118 años. Y aunque esta cifra no sea redonda, como suele ser regla en las conmemoraciones, cualquier oportunidad es buena para revisitar su incomparable arte basado en conceptos matemáticos y fenómenos ópticos.
Quizá por haber sido un niño de salud frágil en su Frisia natal (norte de Holanda), Maurits Cornelis Escher (1898-1972) se sintió atraído por el cálido y luminoso Mediterráneo.
Por él vagó durante años antes de regresar definitivamente a su tierra al inicio de la Segunda Guerra Mundial.
De su época en Italia destacan los paisajes y estampas urbanas, que más tarde reaparecen como trasfondo en muchas de sus obras más conocidas, de inequívoca inspiración matemática.
De vuelta al frío y húmedo norte, a menudo desarrolla transformaciones ópticas o geométricas a partir de sus anteriores impresiones y bocetos. Es el caso de sus célebres Galería de grabados o El balcón, éste último una vista del barrio de Senglea en la capital de Malta, que Escher visitó en 1935.
También viajó por España en dos ocasiones (1922 y 1936), y es probable que la observación de los intrincados diseños de los mosaicos de la Alhambra o de la mezquita de Córdoba originasen su pasión por las teselaciones.
Más tarde estudiaría el “grupo de simetrías del papel pintado”, rama de las matemáticas cuya interpretación gráfica le llevó a crear una extensa serie de obras.
Sus sucesivas Metamorfosis, grabados en madera en forma de tiras alargadas que llegan hasta los cuatro metros, cuentan historias a partir de patrones de polígonos o teselas que se convierten en animales o elementos del paisaje.
Lo más sorprendente resulta cómo estas formas ocupan el plano y lo dividen de forma complementaria; juegan con la percepción ambigua del fondo y la figura mientras, de su progresiva transformación, nace una narrativa.
La obra de Escher, desde un interés inicial por la naturaleza, evoluciona a la ilustración de un mundo cada vez más introspectivo, poblado por conceptos matemáticos como las simetrías y reflejos, perspectivas y teselaciones, las transformaciones geométricas y el infinito.
Esto le ha granjeado tanto el aprecio popular como el de la comunidad científica; también un cierto desdén por parte de la crítica de arte oficial. En próximas entregas seguiremos explorando su fascinante universo de perspectivas inusuales y objetos imposibles.
Oftalmólogo