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Parálisis oculomotoras en la infancia

28/05/2020

A través de complicados circuitos neuronales, los nervios oculomotores (pares craneales III, IV y VI) coordinan la acción de los músculos extraoculares, que son los encargados desplazar el globo ocular hacia el objeto de interés para que las imágenes percibidas por cada ojo se fusionen en una sola en el cerebro visual. El término parálisis oculomotora hace referencia a la disminución de fuerza de un músculo, lo que se traduce en una reducción del movimiento de rotación del ojo en la dirección correspondiente al músculo paralizado.

Síntomas

  • Estrabismo: la desviación será vertical, horizontal, torsional o mixta, dependiendo del músculo afectado. Si el afectado es el VI par craneal, que inerva al Recto Lateral, el paciente tendrá el ojo desviado hacia dentro con limitación en la rotación externa. En el caso del IV par craneal que inerva al Oblicuo Superior, el ojo estará desviado hacia arriba. El III nervio “controla” al Recto Medio, Recto Superior, Recto Inferior, Oblicuo Inferior, Elevador del párpado superior y Esfínter del iris y Músculo ciliar, por lo que si su afectación es total, el  ojo estará desviado hacia afuera y hacia abajo, el párpado estará caído (ptosis) y el paciente tendrá la pupila dilatada y no podrá enfocar. Si la afectación es incompleta, la clínica dependerá de los músculos afectados.
  • Diplopia (visión doble)/Ambliopía (ojo vago): la frecuencia de diplopia en niños de menos de 8 años es baja ya que su sistema visual está en desarrollo, por lo que el cerebro tiende a suprimir la imagen del ojo desviado dando lugar a ojo vago.
  • Tortícolis: es la posición anómala de la cabeza que adopta el paciente para compensar la visión doble.

El término parálisis oculomotora hace referencia a la disminución de fuerza de un músculo, lo que se traduce en una reducción del movimiento de rotación del ojo

Causas

La etiología de las parálisis es variada, pudiendo manifestarse a cualquier edad. Existen parálisis congénitas que pueden ser secundarias a anomalías neurológicas, anatómicas, traumatismos en el canal del parto o asfixia neonatal. Entre las causas adquiridas, hay formas benignas, generalmente con resolución espontánea, que acontecen tras procesos infecciosos, inflamatorios, vacunas…, y otras secundarias a tumores, traumatismos o hipertensión intracraneal.

Tratamiento

Antes de decidir el tratamiento, es fundamental valorar el compromiso sistémico del paciente. Una vez identificada la causa, si la parálisis está en fase aguda (6 primeros meses), el tratamiento es conservador e incluye observación, ocluir un ojo, y/o inyección de toxina botulínica. Transcurridos más de 6 meses (fase crónica), si ha habido una recuperación parcial y la desviación residual es pequeña, se incorporarán prismas en la gafa, mientras que si magnitud es mayor está indicado tratamiento quirúrgico.

No existe una única técnica quirúrgica que resuelva todos los casos, sino que el procedimiento dependerá del músculo afectado. El objetivo será lograr el máximo paralelismo de los ojos en posición primaria de la mirada (mirando derecho de frente), para eliminar la diplopia, evitar la ambliopía, corregir el tortícolis y obtener el máximo campo visual binocular. La cirugía no restaura la función del nervio paralizado, y en ocasiones, puede ser necesaria más de una intervención.

Doctora Idoia Rodríguez Maiztegui

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