Queratoconjuntivitis vernal: ¿Qué es y cómo se trata?
31/10/2024
28/05/2020
A través de complicados circuitos neuronales, los nervios oculomotores (pares craneales III, IV y VI) coordinan la acción de los músculos extraoculares, que son los encargados desplazar el globo ocular hacia el objeto de interés para que las imágenes percibidas por cada ojo se fusionen en una sola en el cerebro visual. El término parálisis oculomotora hace referencia a la disminución de fuerza de un músculo, lo que se traduce en una reducción del movimiento de rotación del ojo en la dirección correspondiente al músculo paralizado.
Síntomas
El término parálisis oculomotora hace referencia a la disminución de fuerza de un músculo, lo que se traduce en una reducción del movimiento de rotación del ojo
Causas
La etiología de las parálisis es variada, pudiendo manifestarse a cualquier edad. Existen parálisis congénitas que pueden ser secundarias a anomalías neurológicas, anatómicas, traumatismos en el canal del parto o asfixia neonatal. Entre las causas adquiridas, hay formas benignas, generalmente con resolución espontánea, que acontecen tras procesos infecciosos, inflamatorios, vacunas…, y otras secundarias a tumores, traumatismos o hipertensión intracraneal.
Tratamiento
Antes de decidir el tratamiento, es fundamental valorar el compromiso sistémico del paciente. Una vez identificada la causa, si la parálisis está en fase aguda (6 primeros meses), el tratamiento es conservador e incluye observación, ocluir un ojo, y/o inyección de toxina botulínica. Transcurridos más de 6 meses (fase crónica), si ha habido una recuperación parcial y la desviación residual es pequeña, se incorporarán prismas en la gafa, mientras que si magnitud es mayor está indicado tratamiento quirúrgico.
No existe una única técnica quirúrgica que resuelva todos los casos, sino que el procedimiento dependerá del músculo afectado. El objetivo será lograr el máximo paralelismo de los ojos en posición primaria de la mirada (mirando derecho de frente), para eliminar la diplopia, evitar la ambliopía, corregir el tortícolis y obtener el máximo campo visual binocular. La cirugía no restaura la función del nervio paralizado, y en ocasiones, puede ser necesaria más de una intervención.