La cirugía del iris: avances y aplicaciones
24/12/2024
16/03/2023
El glaucoma es una enfermedad crónica del nervio óptico irreversible que puede deberse a varias causas y cuyo factor de riesgo más importante es la presión intraocular (PIO) elevada.
Hablamos de glaucoma cuando constatamos que el nervio óptico, que actúa como conductor de la información desde el ojo hasta el cerebro, está afectado. La PIO está determinada por la producción del humor acuoso (líquido responsable del tono ocular), y por la resistencia y dificultad en su drenaje.
A la izquierda ilustración de un ojo sano. Drenaje correcto. Presión intraocular normal. A la derecha ilustración de un ojo con glaucoma. Presión intraocular elevada por resistencia y dificultad en el drenaje del humor acuoso.
Existe una gran variedad de tipos de glaucoma, aunque en términos generales lo podemos clasificar según su origen (primario y secundario) y según la amplitud angular (ángulo abierto o cerrado).
En la mayoría de afectados el glaucoma no suele mostrar síntomas hasta fases avanzadas de la enfermedad, cuando el daño ocular es significativo y la visión ya es en forma de túnel.
Esto ocurre porque se produce una pérdida de visión lateral, que el paciente no advierte porque el cerebro tiene la capacidad de compensar la visión perdida y rellenar las zonas ciegas combinando las imágenes de ambos ojos para dar una imagen completa.
Es por esto que se le llama la enfermedad silenciosa y su detección precoz es crucial.
El diagnóstico del glaucoma es, pues, de vital importancia y se puede efectuar mediante la PIO, el campo visual o una tomografía de coherencia óptica (OCT).
Existen factores de riesgo para la aparición del glaucoma.
• Hipertensión ocular
• Ser mayor de 40 años
• Antecedentes familiares
También hay factores que pueden condicionar la evolución del glaucoma.
• Hipertensión arterial o enfermedades vasculares
• Miopía
• Diabetes
La mayoría de tratamientos del glaucoma van encaminados a aumentar el drenaje y en algunos casos a disminuir la producción de humor acuoso. De menos a más invasivos encontramos los tratamientos médico-farmacológicos, láser de carácter ambulatorio y quirúrgicos.
La detección precoz y el tratamiento a tiempo mejoran ostensiblemente el pronóstico visual de la enfermedad y pueden evitar la progresión hacia la ceguera.
Dr. Jesús Téllez, oftalmólogo del Centro de Oftalmología Barraquer