Especialidades Barraquer: retina y vítreo
23/12/2020
Las membranas neovasculares (MNV) se deben a un crecimiento anormal de vasos a partir de los capilares de la coroides (capa vascular que irriga y nutre la retina) que progresan hasta penetrar en la retina, en concreto al espacio subretiniano. Estos vasos son muy inmaduros y tremendamente frágiles por lo que sangran y extravasan líquido, desestructurando la mácula (región central de la retina) y produciendo un importante deterioro visual.
Las MNV no producen dolor aunque sí mucha sintomatología visual. No es infrecuente que al principio de la enfermedad y sobre todo si solo se produce en un ojo, el paciente pueda estar asintomático.
En general los pacientes acuden a consulta por visión borrosa de nueva aparición y rápida progresión que dificulta la lectoescritura, la estimación de las distancias y las profundidades, el tamaño de los objetos y la percepción de los colores, entre otros síntomas.
Además es muy característica la aparición de metamorfopsia (percepción de las imágenes de modo distorsionado y de las líneas rectas con ondulaciones) que conlleva la incapacidad en reconocer rostros, de conducir o de coser, etc…
Cuando la enfermedad progresa provoca la aparición de una mancha negra central (escotoma) de tamaño variable según el tiempo de evolución. Debemos recalcar que la visión periférica suele estar conservada en la mayoría de los casos, por lo que permite mantener cierta autonomía e independencia en tareas cotidianas que no exijan mucha precisión.
Las MNV son más frecuentes en personas mayores de 50 años y el riesgo aumenta con la edad, ya que la causa más frecuente de las mismas es la degeneración macular asociada a la edad de tipo húmedo o exudativo (DMAE exudativa).
Otro grupo de pacientes susceptibles a sufrir una MNV son los miopes, llamándolas en este caso membranas neovasculares miópicas.
También es común la aparición de MNV en enfermedades que provocan roturas de la membrana de Bruch (capa más interna de la coroides) ya que eso facilita la proliferación de vasos anómalos hacia la retina, este es el caso las roturas coroideas traumáticas o tras láser y pacientes con estrías angioides.
Las enfermedades inflamatorias de la coroides y la retina como la toxoplasmosis, la histoplasmosis, y la coroiditis multifocal, entre otras, también pueden complicarse con una MNV.
En casos en que nos encontremos una MNV sin causa aparente tras un minucioso estudio oftalmológico, la denominaremos MNV idiopática (es decir, de causa desconocida).
Existen diferentes clasificaciones según:
No se puede prevenir la aparición de las MNV ya que se asocian a otras enfermedades de base (miopía magna, uveítis, etc..) o más comúnmente al proceso natural e irreversible de envejecimiento, como en el caso de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) exudativa.
Lo que sí son aconsejables son las revisiones oculares periódicas y en pacientes con antecedentes familiares de MNV, los “autocontroles a domicilio”. Estos se realizan con una rejilla de Amsler, prueba fácil de realizar en la que se presenta un recuadro con líneas rectas verticales y horizontales, que en caso de apreciarse torcidas o con manchas, ponen sobre aviso al paciente de que debe acudir a consulta a la mayor brevedad posible.
En la actualidad el tratamiento indicado para estas lesiones, sea por la causa que sea, son las inyecciones intravítreas de antiangiogénicos. Estas actúan limitando el crecimiento de los vasos sanguíneos patológicos, consiguiendo enlentecer y en algunos casos detener la enfermedad, manteniendo o incluso mejorando la visión.