Oftalmología

Retinopatía hipertensiva

¿Qué es?

La retinopatía hipertensiva se define como el conjunto de alteraciones que aparecen en el fondo del ojo como consecuencia de la presencia de la hipertensión arterial.

Hasta el 40% de la población padece hipertensión arterial según datos facilitados por la Sociedad Española de Hipertensión Arterial. Esto indica que gran parte de los afectados desconoce que la padece. Una revisión en profundidad de la retina nos puede hacer sospechar que un paciente sufre esta patología.

La hipertensión arterial actúa de forma silenciosa durante bastante tiempo provocando cambios en el árbol vascular del paciente sin que éste sea consciente del daño crónico que está sufriendo. Asimismo, si coexisten otros factores de riesgo como diabetes mellitus, obesidad o tabaquismo entre otros, aumenta el riesgo de sufrir alteraciones trombóticas en la retina.

La retina es la única parte de nuestro cuerpo donde se pueden observar los vasos sanguíneos (tanto venas como arterias) de forma directa y, en muchos casos, son un reflejo del estado de la vasculatura del resto del cuerpo. De ahí la importancia de realizar revisiones periódicas del fondo del ojo en pacientes con hipertensión arterial.

Tipos

En función del tiempo de evolución se pueden dividir en:

  • Retinopatía hipertensiva aguda. Se presenta en casos donde en un corto período de tiempo existe un aumento muy marcado de la tensión arterial. Suele provocar visión borrosa junto con un característico dolor de cabeza. En casos más severos en cuanto al tiempo de evolución y a los parámetros de hipertensión arterial, se pueden apreciar signos clínicos en el fondo del ojo tales como hemorragias e incluso una inflamación de la cabeza del nervio óptico. Esta retinopatía se presenta en contextos clínicos como la preeclampsia o la eclampsia, en tumores como el feocromocitoma, etc.
  • Retinopatía hipertensiva crónica. Es la forma más frecuente de presentación de esta retinopatía ya que la hipertensión arterial es esencialmente una patología crónica, solapada en el tiempo y silente en su sintomatología. En cuadros avanzados se pueden apreciar diferentes lesiones en la retina como la presencia de cruces anómalos entre las arterias y las venas (responsables de oclusiones de rama venosa), dilataciones focales de los vasos denominados aneurismas, hemorragias dispersas en la superficie retiniana, disminución del calibre de los vasos y, en casos más severos, edema de la papila óptica.

La mayoría de pacientes, aun presentando los signos clínicos descritos, permanecen asintomáticos un largo período de tiempo.

 

Complicaciones

La principal complicación de la retinopatía hipertensiva es la oclusión tromboembólica de los vasos sanguíneos. Ésta puede ser de tres tipos:

  • Obstrucción arterial. El paciente lo nota como una alteración severa y súbita del campo visual pudiendo comprometer a la agudeza visual si la afectación engloba la zona central de la retina denominada mácula. Cuanto mayor calibre sea el vaso arterial ocluido, mayor repercusión funcional sufrirá el paciente. Actualmente no existe tratamiento estandarizado para las obstrucciones arteriales retinianas.
  • Obstrucción venosa. El inicio también es agudo y la sintomatología es similar a la arterial aunque sin una percepción tan súbita. Respecto al tratamiento, se deberá determinar las lesiones ocasionadas y valorar la realización de inyecciones intravítreas asociadas o no a fotocoagulación láser.
  • Neuropatía óptica isquémica. El daño se produce sobre el aporte sanguíneo que llega a la cabeza del nervio óptico. Sintomatológicamente el paciente suele percibir alteraciones del campo visual de forma altitudinal (se pierde la visión de la mitad del campo visual, normalmente la inferior).

Prevención

Si en alguna patología hay que ser muy estrictos en su prevención, esa es la hipertensión arterial. Se debe controlar sus valores de forma periódica siendo más insistentes en aquellos que ya la padecen. Independientemente de la medicación que se paute existen diferentes consejos de vida saludable que se deberían realizar como: abandonar el tabaco en el caso de los fumadores, realizar actividad física de manera frecuente o llevar una alimentación sana con bajos niveles de sal en la dieta.

Asimismo es recomendable realizar una visita al oftalmólogo de forma anual donde se dilatará la pupila y se evaluará el estado de la retina para descartar la presencia de los signos clínicos descritos con anterioridad.

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