Lunares o nevus en el fondo del ojo. ¿Deben preocuparnos?
07/05/2024
La radioterapia externa consiste en la administración de rayos de alta energía procedentes de una fuente externa al organismo para concentrarlos de forma precisa y conseguir la destrucción y la cicatrización de lesiones tumorales.
Según el tipo de radiación administrada se diferencian tres tipos diferentes: la radioterapia con electrones, la radioterapia con protones acelerados (teleterapia) y la radioterapia con radiación gamma.
En oftalmología la radioterapia externa se utiliza principalmente para el tratamiento de algunos tumores localizados en la órbita y también para tumores intraoculares radiosensibles como el melanoma uveal, los tumores vasculares de la retina y de la coroides y el retinoblastoma infantil.
En todos los casos es necesario un abordaje en equipo entre unidades de oftalmología y radioterapia oncológica especializadas. Los aparatos que emiten esta radiación son muy sofisticados y, tras un estudio topográfico minucioso de la lesión y un cálculo muy específico de la dosis a administrar se realizan varias sesiones o ciclos de radioterapia.
En todos los casos se utiliza una máscara personalizada para inmovilizar la cabeza y para evitar irradiar otras estructuras.
Los resultados no son inmediatos y es preciso esperar unos meses para determinar su efecto. Los controles los realiza el oftalmólogo y el radioterapeuta oncólogo con exploración física y con pruebas de imagen tipo ecografía y/o resonancia magnética.
La radioterapia externa puede tener efectos secundarios en la superficie ocular con caída de las pestañas, conjuntivitis reactiva y síntomas de sequedad ocular que suelen aliviarse con tratamientos tópicos.
La irradiación de tumores próximos al nervio óptico conlleva el riesgo potencial de inducir una neuropatía por radiación y una pérdida progresiva de la visión a medio plazo.