Pupilas dilatadas ¿motivo de preocupación?
02/03/2022
Uno de los problemas oculoplásticos más comunes que vemos en la consulta es la ptosis palpebral, que es la posición anómala de uno o ambos párpados superiores, en la que estos se presentan más caídos.
Esta patología se puede presentar tanto en adultos como en niños, pero normalmente si se presenta a la edad infantil, se trata de un problema congénito, es decir, ya presente en el nacimiento.
Los síntomas que se padecen en la ptosis palpebral varían en función del grado de esta, pudiendo ser leve, moderada o grave.
En casos de una ptosis palpebral leve, en la cual el párpado caído cubre parcialmente la parte superior de la pupila, puede haber una reducción del campo visual, o ser solo una asimetría cosmética, sin traducción clínica.
En cambio, en casos moderados/graves, el párpado puede cubrir gran parte de la pupila, incluso totalmente, comprometiendo la agudeza visual enormemente, siendo un problema grave para el niño, por ello deberemos tratarlo para evitar un ojo vago o ambliopía.
Por ello, es importante que un recién nacido con ptosis palpebral ya sea de uno o ambos párpados, sea visitado lo antes posible por un oftalmólogo oculoplástico para evaluar el grado de afectación, tipo de ptosis palpebral, tratamiento a seguir así como las pautas de seguimiento por parte del especialista.
Entre los tipos de ptosis existentes, la más frecuente en niños es la ptosis palpebral congénita simple, que acostumbra a ser bilateral y es debida a una disgenesia, es decir, una formación anómala aislada del musculo elevador del párpado superior, que es el principal encargado de la apertura del párpado. Esta patología a veces va asociada a estrabismo (pérdida del paralelismo de los ojos), astigmatismo elevado (irregularidad de la córnea) o anisometropía (diferencia entre el tamaño de los ojos).
Otras veces esta patología se asocia a una malformación o debilidad del músculo recto superior, músculo que permite la mirada hacia arriba del globo ocular, aunque es poco frecuente (5%).
Hay otras ptosis palpebrales congénitas con mucha menor incidencia, destacando entre ellas el síndrome de blefarofimosis, que es una patología en la cual, además de la ptosis palpebral existen otros signos palpebrales, son ojos algo más pequeños, con un pliegue nasal diferente (epicanto inverso), telecanto (aumento de la distancia de un ojo con otro). Este síndrome tiene un componente hereditario, de manera que hay uno de los progenitores que lo padece.
Otra ptosis palpebral congénita con menor incidencia es la causada por un problema en el nervio que da movilidad al músculo y provoca que no funcione correctamente. En los niños esto ocurre con más frecuencia por una parálisis congénita del III par craneal, nervio que da movilidad al musculo elevador del párpado superior. La causa por la que esta patología ocurre no se conoce, pero parece ser que hay un problema del desarrollo de este par craneal y eso provoca una disfunción de los músculos inervados por él, como son el músculo elevador del parpado y alguno de los músculos del ojo. En esta patología, en la exploración del niño se observaremos además de la ptosis, una pérdida del paralelismo de los ojos (estrabismo).
Otra es el síndrome de Marcus-Gunn, es una ptosis causada por una conexión anómala entre los nervios del V par craneal y los músculos pterigoideos encargados de la masticación. Los niños afectados por este síndrome se le elevará el párpado cuando realiza movimientos del músculo de la masticación. Lo veremos claramente cuando el bebé succiona el chupete, el biberón o por ejemplo cuando abre la boca. Es por ello que los primeros en darse cuenta suelen ser son los padres.
Otra causa rara de ptosis en la infancia es el Síndrome de Horner, hay parálisis por afectación neurológica y típicamente en la exploración observaremos ptosis palpebral, miosis (pupila pequeña), y anhidrosis (sequedad facial).
Las ptosis mecánicas son aquellas que están causadas porque el párpado tiene un peso, que hace que caiga, o baje su altura normal. Lo vemos por ejemplo en edemas palpebrales o hematomas, o por ejemplo en lesiones que producen un peso tipo orzuelo, una tumoración, que impiden la apertura y la elevación del párpado de forma correcta.
Las ptosis traumáticas son aquellas en las que hay un traumatismo que lesiona el musculo elevador que deja parcial o totalmente de ejercer su correcta función.
El tratamiento de la ptosis dependerá de la causa y sobretodo del grado de afectación de la agudeza visual del niño.
En una ptosis congénita simple que impide la correcta visión, con una agudeza visual que no mejora a pesar de los tratamientos conservadores para tratar la ambliopía está indicada una corrección quirúrgica. Dependiendo del grado de función del músculo y del grado de ptosis, el cirujano escogerá una técnica u otra a la hora de reparar este músculo.
En los casos en los que haya una función residual suficiente del músculo elevador del parpado superior, se intervendrá este. En cambio, en los casos en los que esta función es inexistente o muy deficiente, se actuará sobre el músculo frontal, que ayudará así en la elevación del párpado.
Estas cirugías se realizan bajo anestesia general, y el paciente debe estar ingresado un día. El tratamiento postoperatorio es sencillo, y el niño no refiere prácticamente dolor tras la cirugía. La sutura que usamos para la piel es una sutura que se deshace con los días, sin necesidad de retirarla.
Cuando existe pstosis por una causa mecánica (tumor, edema con mucho líquido, orzuelo, hematoma), o por traumatismo se actuará sobre la causa específica que produce la ptosis, ya sea con tratamiento conservador o quirúrgico.