Tratamiento e importancia de los controles oftalmológicos en la miopía
09/08/2023
En primer lugar, deberíamos dejar claro que, en la actualidad, no existe ningún tratamiento quirúrgico que sea capaz de detener la progresión de la miopía. Por tanto, el tratamiento irá encaminado a corregir el defecto refractivo, es decir las dioptrías que tenga el paciente, una vez este sea estable, y así disminuir o, en muchos casos, evitar la dependencia de las gafas.
También existen técnicas quirúrgicas que previenen o tratan las complicaciones de la miopía magna, como son, los desgarros retinianos, las membranas neovasculares, las cataratas o el desprendimiento de retina.
En cuanto al tratamiento del defecto refractivo, es decir, la eliminación de las dioptrías, la cirugía dependerá sobre todo del grado de miopía y de las características de la córnea.
Así la miopía simple, o menor de 6 o 7 dioptrías, se suele tratar con cirugía láser en la que se modifica de forma muy precisa la superficie de la córnea.
En las miopías más elevadas, los cambios que provocaría el láser podrían poner en riesgo la integridad estructural de la córnea debido a la gran cantidad de dioptrías a eliminar, por lo que, después de un exhaustivo estudio de viabilidad, deberíamos optar por otras técnica quirúrgicas que no modifique la estructura corneal.
Estas técnicas consisten en el implante de lentes intraoculares.
Existen, básicamente, dos tipos de lentes intraoculares:
Por otro lado, y como se ha comentado anteriormente existen técnicas quirúrgicas que no van encaminadas a corregir las dioptrías sino a tratar las posibles complicaciones de la miopía magna, como son:
Como la cirugía con implante de lentes intraoculares no detiene la progresión de la miopía deberá realizarse cuando dicha miopía sea estable, es decir, cuando pensemos que no aumentará de forma significativa. Es por ello que, al tratarse de miopía altas con una evolución más prolongada, suele hacerse por encima de los 25 años, siempre y cuando el año anterior no se haya observado un cambio en la graduación.
¿Quiere decir esto que la miopía no puede aumentar en ningún caso después de la operación? La respuesta es negativa, pero la probabilidad de que siga progresando es mucho menor que si se opera en personas más jóvenes.
Las lentes fáquicas o ICL normalmente se implantan por debajo de los 40 años ya que es importante respetar la función del cristalino que hasta esta edad funciona correctamente.
A partir de los 50 años el cristalino no tiene la capacidad de enfocar los objetos próximos como lo hacía antes, por lo que no tiene demasiado sentido colocar una ICL y estaría más indicado extraer el cristalino e implantar una lente que sustituya a este, con la ventaja adicional de que si colocamos una lente intraocular multifocal, también podemos corregir la presbicia, ya presente a esta edad.
El implante de lentes fáquicas o ICL es una técnica quirúrgica relativamente sencilla, se realiza bajo anestesia local y consiste en realizar una pequeña incisión en la periferia de la córnea como puerta de entrada para poder introducir una cánula por la que se inyecta la lentilla, que posteriormente se desplegará por detrás de la pupila y se colocará adecuadamente sobre la superficie del cristalino dando por finalizada la intervención.
En el caso de las lentes sustitutivas del cristalino, también se realiza bajo anestesia local, y al igual que en la cirugía de catarata, se deberá aspirar el núcleo del cristalino dejando la cápsula envolvente del mismo para introducir la lente intraocular, esta vez dentro de la propia cápsula del cristalino y no sobre él, como hacíamos con el implante de la ICL.
La recuperación visual es prácticamente inmediata, aunque las primeras horas puede ser discretamente borrosa por la mínima inflamación de la córnea que provoca la incisión de entrada, y que en poco tiempo se recupera.
Los resultados visuales son excelentes, siendo comparables a las gafas o a las lentes de contacto. En cuanto a la precisión de la corrección también suele ser muy buena, en mayoría de los casos el defecto residual es inferior a la media dioptría.
Aunque la probabilidad de complicaciones en este tipo de operaciones es muy baja, ninguna cirugía está exenta de las mismas.
La posibilidad de una infección está latente en cualquier cirugía, aunque debido a la escasa manipulación que requiere esta cirugía y al tratarse de una cirugía muy corta (menos de 10 minutos) la incidencia de infecciones es incluso más baja que en la cirugía de catarata, ya de por sí improbable.
Dependiendo de las características de cada paciente, no es descartable una mayor inflamación postoperatoria en un ojo que en otro por lo que la recuperación funcional podría ser algo más larga aunque, en general, no suele tener consecuencias a largo plazo.
El ojo con miopía alta es más propenso a sufrir complicaciones retinianas, problema que no se resuelve con el implante de lentes.
El paciente miope tiene una probabilidad mayor de padecer cataratas en edades más tempranas que la población general, el hecho de llevar una lente intraocular fáquica podría incluso acelerar la aparición de las mismas en un pequeño porcentaje de casos, lo que obligaría, en el futuro, a cambiar la lente fáquica por una lente sustitutiva el cristalino, que como se ha comentado antes también corregiría su miopía.